Seguidores

domingo, 12 de junio de 2011

La Cumbrecita: las ardillas pueden tener un costado antipático


 Hace 11 años, 30 ardillas “de vientre rojo” fueron traídas a La Cumbrecita, con la idea de sumar un animalito pintoresco a su muy atractivo paisaje de bosques. A las ardillas también les gustó y se adaptaron al lugar. Mientras que para lugareños y autoridades locales la nueva especie es un atractivo turístico más, especialistas en fauna hacen una lectura diferente y advierten sobre eventuales impactos de una especie potencialmente dañina.
El principal antecedente en Argentina lo marca Luján (provincia de Buenos Aires), donde fue introducida en 1970. La Universidad Nacional de Luján cuenta con un Grupo de Ecología de Mamíferos Introducidos (EMI), que focaliza su investigación sobre los perjuicios económicos y ambientales que trajo a ese lugar.
Profesionales y estudiantes de esa universidad realizaron también trabajos de seguimiento en La Cumbrecita.
Luján y Escobar (Buenos Aires), Cañada de Gómez (Santa Fe) y Capital Federal, además de La Cumbrecita, son los sitios comprobados en los que el roedor logró adaptarse.
El biólogo Agustín Zarco realizó un seguimiento de la especie en La Cumbrecita, entre 2006 y 2008, cuyas conclusiones volcó en su tesis de la Universidad Nacional de Córdoba.
Zarco recordó que fueron introducidas en los alrededores de un hotel, cuyo logotipo es precisamente una ardilla. La comuna promulgó entonces –en diciembre de 1999– una resolución para permitirlo.
Precisó que hace 40 años habían liberado ejemplares de otra especie, que no sobrevivieron. Hace 11 trajeron desde Luján la “de vientre rojo” (Callosciurus erythraeus) que sí se adaptó.
Para Zarco, su presencia implica los dos resultados a la vez: “Sin dudas es un atractivo, al ser una ardilla diurna y muy simpática. Pero esto no quita que sea peligrosa económica y ambientalmente”, sostuvo.
“Del estudio salieron varios datos. Por ejemplo, que realizan sus nidos en las copas de los árboles y los revisten con corteza. Al sacarlas muchos árboles mueren, con lo que peligran las forestaciones de pinos de este lugar, lo que significaría una gran pérdida económica y paisajística. Por otro lado, predan también los tabaquillos, especie arbórea nativa ya en franco retroceso. Y consumen, entre otras cosas, huevos de aves, por lo que también provocarían daños en la fauna silvestre”, señaló el biólogo cordobés.
En La Cumbrecita la densidad de ejemplares es aún baja, de menos de una ardilla por hectárea y sólo en un área. De hecho, a un fotógrafo de este diario le demandó algunas horas observar apenas una. “Quizás las bajas temperaturas invernales no permiten que el crecimiento de la población sea ahí mayor”, apuntó la doctora María Laura Ghichón, investigadora del Conicet y directora del Proyecto Ardillas Introducidas de la Universidad Nacional de Luján.
“La población en La Cumbrecita es aún de baja densidad. La causa probable es quizás el grado de aislamiento por la baja forestación en sitios vecinos”, expresa una síntesis expuesta en el tercer Congreso Nacional sobre Especies Exóticas Invasoras, publicado en 2009.
En una tabla, citan que la densidad de ardillas por hectárea es de 0,6 en La Cumbrecita, y sobre una muy pequeña área. Mientras que en Luján (donde más hay en Argentina) la densidad oscila entre 15 y 18 ejemplares, sobre unas 1.300 hectáreas. “Los daños hoy no son grandes, pero es importante saber que no es una especie que pertenezca a la zona y puede causar problemas. Hay que advertirlo para evitar que se repita el error de liberar ardillas en otros sitios”, señaló Ghichón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario