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sábado, 13 de noviembre de 2010

De tortugueros a conservacionistas

Hasta la fecha se han incubado más de 500 mil huevos de tortuga marina. La contaminación del mar, la pesca, las construcciones, y la extracción de huevos amenazan seriamente su vida.
En una sola mano se pueden sostener varias tortugas recién nacidas que aletean sin parar, es su instinto de supervivencia que les guía directamente al mar.

Pero antes de ser liberadas de los corrales, los cuidadores las mantiene con algo de agua en un guacal, por lo que hacen un ruido de chapoteo constante. Las tortugas están ansiosas por alcanzar el océano donde comenzarán su nueva vida.
Ellas son la esperanza y el fruto de un importante trabajo de conservación para evitar la extinción de este animal, que encuentra en la costa salvadoreña un hábitat ideal para anidar.

Con el objetivo de proteger las tortugas marinas los ministerios de Medio ambiente y Agricultura establecieron, el 13 de febrero de 2009, una veda total y permanente del consumo de la tortuga marina y todos sus productos.
Esto incluye la extracción, comercialización, tenencia y consumo de huevos.
El decreto ha supuesto muchos problemas para los recolectores de huevos, los conocidos tortugueros. Para muchos éste era uno de sus principales medios de subsistencia.
"El problema es que no se cumple la veda porque la gente durante años ha estado viviendo de esto. Si el Estado dijera que va a poner un empleo para que esta gente trabaje y no tenga la necesidad de ir a buscar esos huevos... la gente no lo hace porque le gusta, algunos se tiran cinco y seis noches desvelándose y no halla ninguno", comenta Boanerges Lovo, ex tortuguero y actualmente viveristas, además de ser el presidente de Adesco en la isla de Montecristo, en la zona costera de Usulután.

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